Bosquejo de la epidemia de fiebre amarilla que reinó en Maunabo, Pto-Rico, el año de 1885 / por Antonio Jose Amadeo.

  • Amadeo, Antonio Jose.
Date:
1886
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Credit: Bosquejo de la epidemia de fiebre amarilla que reinó en Maunabo, Pto-Rico, el año de 1885 / por Antonio Jose Amadeo. Source: Wellcome Collection.

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    te la propagación de este tifus en toda la isla. (14) Si los pri- meros invadidos resultaran ser gentes pobres con malas viviendas y en calles últimas, sería conveniente trasladarlos seguido á una casa de campo, destruyendo por medio del fuego el rancho ó I-anchos con todo lo que contengan, y los que, generalmente cons- truidos de yaguas ó paja, son el nido eterno de miasmas nocivos. Y por lo mismo, las Juntas de Sanidad local, deben antici- Í3arse haciendo construir casetas y un hospital en sitio salubre,(15) que los hay en los distritos más malsanos, para llevar allí los primeros contagiados, huyendo del foco infeccioso todos los que sfe encuentren en condiciones de contraer la calentura, con cuya iiiedida cesará el azote. Ningún daño y, al contrario, mucho bien puede traer á un atacado del vómito ú otra toxemia con su separación pronta del lugar infestado, \éps de las continuas ema- riacitínes que, minuto por minuto, destruyen su sangre. Algunaá veces hemos apelado á este recurso en el tratamiento de las ca- lenturas graves de esta región, siempre con buenos efectos, y no se necesitá mucho esfuerzo intelectual para comprender que la medida responde á un buen priuoipio terapéutico; pues supo- niendo un envenenado por gases in aspirabies, la primera indica- ción sería sacarlo de la atmósfera que le asfixia. (16) Conocida es la repugnancia que los pobres sienten por los hospitales, porque tal vez han oido hablar de la poca solicitud de los empleados, y aquí también tropezamos al principio con esta dificultad, que nadie quería ir á la casa aislada destinada al efec- to; pero pronto se disiparon los temores cuando vieron que, en la fuerza de la peste, se curaban prorlto en el hospital, los casos más graves, llenándose pronto él reducido espacio y bajando la mor- talidad de un 40 á un 12 por ciento. (14) En estos últimos años, algunas de las poblaciones del interior de la isla lian sido víctimas de este azote, y lo que se debe á la mayor comunicación con los cen- tros del vomito, Capital, Ponce y Mayagüez. Se hace, pues, indispensable que se adopten las medidas que la higiene aconseja para evitar el contjvgio. (15) Aquí tenemos el sitio del Convento, cerro granítico, frente al mar, en los te- iTenos de la hacienda Bordelesa, ¡propiedad de los Sres. Clauzel Hermanos, quienes salvaron allí su negrada de los estragos del Cólera morbo asiático en 1885. No resultó un solo caso, lo que debe anotarse para la historia médico-geográfica de esta Isla. [16] En los puertos como la Capital, sería muy beneficioso tener en sitio con- venienje un pontón ó buque amarrado defirmc, donde llevar los atacados que hubiesen de ingresar á los hospitales. En tal asilo, bajo una liigicno rigurosa libro de los mias- mas mefíticos de la Ciudad, estamos seguros que la mortalidad disminuiría considera- blemente.