Investigaciones acerca de las antigüedades de la isla de Puerto Rico.

  • Dumont, Enrique.
Date:
1876
Catalogue details

Licence: Public Domain Mark

Credit: Investigaciones acerca de las antigüedades de la isla de Puerto Rico. Source: Wellcome Collection.

    14/44
    deforme y se parece más á la de un mono que á la del hom- bre. El tronco, en su cara anterior es convexo; ofrece en ella dos depresiones en una dirección perpendicular al eje y un punto saliente cerca de las extremidades inferiores. Al contra- rio, por detras el tronco es casi plano con una ranura en la línea del eje y dos agujeros junto á la cabeza, allí donde se ar- ticula con el cuello. En este punto existe un agujero de cada lado; y sin duda que por esos agujeros suspendían al ídolo.— Este ídolo portátil no presenta extremidades superiores á pesar de algunas líneas dibujadas en relieve, que parecerían como representar los brazos cruzados.—Estos pequeños ídolos pesan unas 7 onzas; su longitud ó su altura es de cerca de 1,094 milí- metros; y su ancho de 0,035 próximamente. Fuera de los centros habitados, los Indios habían estableci- do oratorios espaciosos, en donde habian colocado su Cerní ti- tular. Allí iban los caciques ó jefes y los sacerdotes: éstos se ocultaban detras del ídolo y emitían por la boca de éste todas las ideas y las palabras que el Cacique les dictaba. Durante las ceremonias religiosas que celebraban, los fieles llevaban de comer al Idolo, y sus ministros se regalaban con esas ofren- das. Los Indios de Puerto Rico,—dice Fray Iñigo Abbad que te- nían idea de dos seres invisibles: uno naturalmente benévolo, sin que para recibir sus favores fuese necesario dirigirle oracio- nes y formular votos; el otro era la fuente de todas sus desgra- cias, de sus pesares y de sus calamidades: era necesario diri- girle súplicas y oraciones para ablandar su cólera. Los Indios miraban á este último como al enemigo de los hombres, de don- de les venían todos los males. Sus ceremonias se reducían á diferentes humillaciones, echaban sobre la cabeza del ídolo ciertos polvos; agregaban ciertas prácticas supersticiosas que, por tradición, habían recibido de sus abuelos, cuyas estatuas conservaban en sus oratorios. Los Indios creian que los muertos iban á resucitar en un país extremadamente delicioso, en donde se gozaba de una pri- mavera eterña, lleno de selvas pobladas de toda clase de ani-